Día 18. Munich, motor y cerveza.




28 de Julio, Domingo.


Este día comenzaba la vuelta a casa. Siempre hay un momento del viaje en el que sientes que se acaba, aunque confieso que ya me asaltó esa sensación el día anterior, en la visita a Mauthausen. Que rápido han pasado el tiempo...

La ruta de este día se planificó de manera que de paso que iba haciendo kilometros hasta casa, pudiese ir parando a ver alguna cosa, por ejemplo el museo BMW en Munich.

Vaaaale... y también paré en la Hofbraeuhaus, que es a la cerveza como el Maracaná al fútbol.

No quería dejar pasar la ocasión de visitar el Museo BMW, del que dicen es uno de los mejores museos dedicados al motor que existen. No se equivocan.

150 kilómetros separan Salzburgo de Munich, a estas alturas del asunto, un paseo para Afrikona. Salí de Salzburgo a las 8 de la mañana, ya que quería estar en el museo cuando abriesen para evitar aglomeraciones, recordemos que era domingo.

En poco más de una hora ya estaba atravesando Munich. Tremendo lo de las Autobahn alemanas, maravillosas autopistas. Me pasaban todos los coches entre 160-200 km/h, eché de menos tener una moto diseñada para correr, porque ya sabemos que Afrikona, lo de correr, pues no.

Es bastante fácil orientarse en Munich, todo está perfectamente indicado y el tráfico es tranquilo y ordenado, muy alemán.

A las 10 de la mañana se veía venir otro día de calor, así que opté por meter la moto en el parking del museo, sinceramente prefiero pagar a quemarme el culo después. Me cambié de ropa en los lavabos del parking para hacer la visita más cómodo y me acerqué a taquilla a retirar mi entrada, 9 euros.


El complejo de BMW es impresionante, edificios en espiral, diseño de alta calidad en cada uno de los más mínimos detalles. Una pasarela enlaza el edificio dedicado a mostrar los productos BMW con el edificio del museo.



Edificio BMW Welt




Interior BMW Welt  (edificio de exposición de los últimos modelos)





Edificio del Museo y la sede central de BMW.






Todas las fotos de este día las he tenido que hacer con el móvil, ya que no me dió tiempo de recargar la batería de la cámara, de ahí que la calidad de las fotos sea mediocre. El caso es levantar acta de estas maravillas de la ingeniería, algunas para mí, son directamente ARTE.

El museo consta de una serie de plantas o niveles interconectados por las que vas pasando de una manera natural y en la que es casi imposible que no pases por todas las salas de exposición. Las primeras que visito son las de las motos.

Un impresionante panel con todos los modelos históricos de BMW colgando de la pared te recibe nada más entrar en el museo. Me recuerda a esas jamonerías que tienen el techo revestido de jamones, pero aquí son motos. Es como estar en el cielo del motor.



Esto es un escaparate!



Obviamente hay mucho más que ver, pero aquí va una selección de lo que más me gusto:














































Aunque no soy muy fan de los coches, me quedé admirado con los cochazos que ha fabricado esta marca. Hay algunos Rolls-Royce Phantom (antiguos y modernos), ya que era una de las exhibiciones temporales en aquel momento en el museo.

Disfrutad de la ingeniería alemana:











































































































Tenía los ojos saturados de tanta maravilla. Si tenéis la ocasión de visitar este museo, aunque no seáis aficionados al motor, hacedlo.

Ya era la hora de comer y mi estómago rugía como el motor bóxer de una BMW, tocaba hacer una visita al templo cervecero por excelencia de Munich: la cervecería Hofbraeuhaus.





Está situada en pleno centro de Munich, por lo que lo de aparcar a Afrikona se reduce a meterla de nuevo en otro parking. Apenas un paseo de 10 minutos y ya estoy en la cervecería. Curiosamente no está a tope para ser domingo, así que hay sitio de sobra para sentarse. Es realmente enorme y tiene un patio interior con el típico jardín cervecero alemán. Todo el mundo estaba dándole a la birra de lo lindo. Y pedazo birras, enormes.

Me senté cerca de la banda de música que ameniza el lugar para tener la experiencia completa. Tan completa fue que al sentarme en uno de esos bancos corridos un señor mayor me empieza a hacer gestos, algo así como que me acerque a él. Lo primero que pensé es que mi nuevo peinado me favorecía mucho y debía ser la última moda entre los maduritos alemanes, pero no. Una pareja que estaba sentada al lado del señor me explica en inglés que lo que el señor me estaba diciendo era que no debía dejar tanto espacio libre en el banco, que allí todo el mundo se sienta pegado al otro para brindar juntos. Ah... vale, entonces sí.









El señor no sabía ni papa de inglés y yo ni papa de alemán, así que tuvimos una agradable conversación charlando en idioma cervecil. Brindamos todos juntos varias veces y me dispuse a pedir de comer. Aprovechando que estaba sentado con nativos, les pedí que eligiesen por mí. Me sugirieron dos salchichas, una de cerdo tipo viena, parecida a las que podemos comer por aquí, pero con piel natural y con más sabor. La otra salchicha era de ternera, de color blanco y venía en un cuenco en agua caliente, ya que se come cocida. Las dos estaban buenas, pero esta última estaba superior. Que por cierto, me dijeron que hay que retirarle la piel para que no fuesen indigestas y yo, ignorante de mí, comiéndolas a saco.

Me despedí de mis compañeros de mesa y dí un pequeño paseo por las instalaciones del Hofbraeuhaus. Tiene unos salones para eventos muy bonitos, perfectamente recreados en la época preguerra, ya que el edificio fue prácticamente destruído por los bombardeos en la II Guerra Mundial y reconstruído después, pero aun así tenía un cierto sabor añejo. Fue en uno de estos salones donde un joven austríaco llamado Adolf dió sus primeros pasos en política. Hoy sólo se utiliza para disfrutar bebiendo, comiendo y bailando.















VIDEO


Cuando me encontré lo suficientemente espabilado para conducir, regresé junto a Afrikona y nos propusimos hacer el máximo número de kilómetros posibles.

A medida que nos alejábamos de Munich, el calor iba remitiendo sensiblemente y apareció algo de viento y nubes. Me estaba oliendo una tormenta de las de época. Por si acaso, y ya que llevaba casi 250 km, paré a repostar en Überlingen, en la ribera del lago Constanza. Este lago está alimentado por el río Rhin y forma una frontera natural entre Austria, Alemania y Suiza.

Überlingen es un pueblo bonito, tranquilo pero con ambiente en la zona del lago, con numerosas terrazas y embarcaderos donde amarran las numerosísimas embarcaciones. Supongo que al no tener mar, aprovecha al máximo los lagos los pocos días en que no hace frío.

Me senté en un banco a contemplar el lago Constanza con mi copa de helado y descansé para afrontar el resto de la etapa del día.







Pensé que sería buena idea parar a dormir en Freiburg, ciudad universitaria en la zona de la famosa Selva Negra.

Y tan negra, me cayó una tormenta encima impresionante, niebla y de repente la temperatura bajó a lo que se supone que es este país: frío. Mucho.

La velocidad de crucero decayó bastante porque el tráfico se hizo muy espeso y peligroso. Apenas veía nada por la pantalla del casco, me lo tomé con filosofía, no podía hacer otra cosa. Es una pena no poder rodar por la Selva Negra, pero estaba muy oscuro a pesar de no ser muy tarde todavía y caía demasiada agua. En un par de ocasiones tuve que hacer un par de frenadas fuertes debido a la impaciencia de algunos camioneros pero por lo demás el trayecto fue un ejercicio de resistencia.

Llegué sobre las 21:30 a Freiburg. Un bonito lugar pero no estaba yo para pararme y sacar fotos. Estaba reventado y muerto de frío. En este viaje no he tenido término medio, o me achicharro o la palmo de frío.

Busqué en las afueras de Freiburg y encontré un hotel barato tipo Formule 1, un B&B. 40 euros con desayuno, al lado un Burguer King y una casa de citas que parecía el Coliseo de Roma, no se puede pedir más. Estaba muy cansado y hambriento asi que descarté la casa de citas y opté por el Burguer King, que además tiene un buen wifi.

Tiré con la camiseta y la ropa interior mojada, total siempre llevo la más vieja, no compensa ponerse a secar nada a dos días de llegar a casa.

A dormir, que al día siguiente me toca cruzar toda Francia del tirón.















RUTA DEL DÍA




Distancia: 530 km. --- Vel media: 72 km/h --- Vel max.: 137 km/h


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