23 de Julio, Martes.
Por fín.
Hoy conduciré por una de las carreteras mas míticas de Europa. Me desperté ilusionado y desayuné a la velocidad del rayo. No podía esperar más.
Recogí todas mis cosas y bajé al parking a buscar a Afrikona. Tengo por costumbre realizar siempre una inspección visual a la moto todas las mañanas antes de subirme en ella, mirar el tensado de la cadena, estado de las ruedas, luces etc., y menos mal que la hice. Al colocar la maleta izquierda (la que casi me arranca el camión el día anterior) noto un ruido raro, me fijo en el anclaje inferior y... tachaaaaaaannn!!!. ROTO.
Teniendo en cuenta el meneo que se llevó la moto el año pasado por los Alpes y el traqueteo constante al que se sometió Afrikona los últimos días, lo raro sería que no rompiesen alguno de los anclajes. No es que sean muy resistentes que digamos, desde luego no se pueden comparar con unas maletas de alumnio y sus robustos soportes, pero a mí me valen por el momento, lo cierto es que prefiero gastar 600 euros en gasolina que en unas maletas nuevas.
Estaba claro que había que solucionar este problema, porque no quería hierros sueltos cerca de la transmisión, además de que me obligaría a recolocar todo el equipaje. Pregunté al personal de mantenimiento del hotel si me podían soldar esa pieza, pero no era posible porque no tenían las herramientas adecuadas. Lo que sí hicieron fue acompañarme hasta un taller donde podrían hacerlo para salir del paso. Seguí a su coche y en 10 minutos ya estaba en un taller a las afueras de Pitesti.
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Sin protección ni nada, se cierran los ojos y listo!! |
No me pareció una soldadura muy firme pero era lo que había en este momento y si se volvía a romper, pues ya se solucionaría, lo importante era salir cuanto antes para que no pillar aglomeración en la Transfagarasan. Mientras el mecánico acababa el trabajo yo aproveché para tensar la cadena, que estaba ya al límite no quería tener problemas con los baches que me esperaban en las montañas. La verdad es que estas motos de antes están hechas para que incluso un tonto como yo haga las labores de mantenimiento básicas muy fácilmente, 5 minutos y cadena lista. También eché un vistazo a ver como estaban las conexiones en los bornes de la batería y los fusibles, porque hacia un par de días que el trip (el cuentakilometros digital que hace las veces de ordenador de abordo, para entendernos) fallaba intermitentemente, lo cual es un engorro porque hacía algo lioso el cálculo del combustible restante. Como suele ser habitual, lo que siempre falla son los componentes electrónicos, sobre todo si tienen casi 20 años, je, je, je...
Todo parecía estar correcto y el soporte ya estaba de nuevo montado. Por precaución quité de esa maleta lo más pesado y coloqué sobre la tienda de campaña en el asiento del pasajero, espero que así aguante hasta casa por lo menos.
El señor no quiso cobrarme por su trabajo, pero como tampoco me parecía correcto le dejé una propina, al fin y al cabo empleó su tiempo y lo hizo lo mejor que pudo.
Justo a la salida del taller ya se veía el desvio hacia la carretera 7C, o sea, la Transfagrasan. Poco menos de 37 km separan Pitesti de Curtea de Arges, punto donde empieza la subida. Se nota algo de tráfico hasta la presa Vidraru, donde numerosas familias se acercan a pasar la tarde.
Toda la ruta de ascenso se realiza por una carretera con buen ancho pero bacheada, es decir están bacheados hasta los propios baches, de forma que parece que estas conduciendo por un edredon remendado de tantos colores distintos que tiene el asfalto. Aquí ya se ven bastantes más motos, las trail como la mía mas o menos van sorteando los baches o superándolos sin problemas, las motos de carretera y las R lo llevan algo más crudo y mas de uno tiene que echar pie al suelo.
Hay que tener en cuenta el siguiente dato: 85 km desde Curtea hasta el lago Balea (punto mas alto), de los cuales mas de la mitad son subiendo a saco. Es precisamente en el lago Balea desde donde se hacen las famosas fotos de la Transfagarasan, digamos que es su lado más fotogénico. Desde allí hasta Cartisoara serán otros 40 km de bajada. Un puertito de nada.
Al principio son pendientes suaves pero continuas, con el peligro ya comentado del mal estado del asfalto. Ya no hace calor, incluso se vislumbran nubarrones grises en el cielo.
Y justo cuando las pendientes empiezan a ponerse serias, se funde completamente el trip. No marca ni la distancia, ni la velocidad, ni la hora, nada. Esto no me gusta mucho, porque ya son dos incidentes en el mismo día, y aunque no es nada vital, no me gusta conducir sin tener todo en perfecto orden de marcha. Intento continuar calculando a ojo el kilometraje pero no puedo. Mi cabeza y mi obsesión pueden más. Paro en un restaurante del camino y desconecto todas las conexiones que tienen que ver con el trip, batería incluida. Vuelvo a conectarlo a todo y parece que el aparato se ha reseteado pero funciona de nuevo, menos mal. Espero que este sea el único contratiempo del día.
Tras una media hora esquivando baches me encuentro un tramo perfectamente asfaltado que me dará un respiro durante unos cuantos kilometros, de hecho a partir de este momento me encontraré varios camiones realizando obras en la carretera. Bien por los rumanos.
Las arboledas frondosas que casi formaban un túnel en el inicio de la subida van desapareciendo y la carretera es cada vez más despejada. Tras un túnel oscuro y húmedo, aparece la presa Vidraru.
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Presa Vidraru. |
Despues de esta presa, la carretera se empina mas y mas y los árboles definitivamente desaparecen, síntoma inequívoco de que estamos ganando altura rápidamente. Las curvas, aunque muy numerosas son menos pronunciadas y permitirían ir a bastante velocidad si el asfalto no tuviese esas pequeñas roderas, casi inapreciables a la vista, pero que hacían flanear mi rueda delantera, obligándome a poner los cinco sentidos para no desequilibrarme.
Como se vé en las fotos, las dimensiones de la carretera y sus curvas son bastante grandes en relación a otros puertos que he hecho. Sinceramente creo que la Transfagarasan como de verdad se disfruta es en coche, parece un circuito de carreras enlazado a otro y a otro..., además los coches, por razones obvias, sufren menos con el mal asfalto. Si este estuviese en buenas condiciones (algo realmente complicado dada las dimesiones mastodónticas de este puerto y la climatología) sería el nirvana de la conducción, todos los grandes premios de F1 en un solo trazado.
Pero yo voy en moto... y no es lo mismo, amigos.
Realmente apenas se disfruta de la subida salvo las paradas para hacer una foto o descansar, donde realmente valoras la osadía o locura del dictador Nicolae Ceaucescu, capaz de enviar a la muerte a muchos de sus compatriotas por su obsesión de abrir un paso a través de los Cárpatos, con intenciones militares, claro. Ver las fotos de la construcción de esta carretera nos pone en perspectiva del titánico esfuerzo que supuso vencer a las montañas con esos medios en aquel momento. Pero a que coste.
Cuando notas que la pendiente pierde inclinación es señal de que la cima está cerca. Un largo tunel tallado en roca y a la salida... ya está. Llegué al Lago Balea. He añadido la Transfagarasan a la lista de puertos que Afrikona y yo llevaremos siempre con nosotros, Stelvio, Furka, Grimsel, Galibier, Nufenen, St. Gotardo, St Bernard, L'iseran, Alpe D´Huez... y tantos otros cuyas curvas surcarán nuestra memoria para siempre.
Antes de ver la famosa fotografía del descenso de la Transfagarasan, aparco a Afrikona y me doy un paseo por los alrededores del lago, que dicho sea de paso, es muy pequeño y no tiene el mayor interés. Toda la zona está poblada de puestos de comerciantes, vendiendo desde souvenirs hasta productos gastronómicos típicos de la zona.
Hace frío e incluso caen unas tímidas gotas, así que decido hacer tiempo y comer allí mismo, quizá se despeje algo de nubes y pueda sacar unas buenas fotos.
Pude observar que gran parte de los turistas eran de la propia Rumanía, muchos eran recién casados que eligieron esta zona para hacerse las fotos de boda, otros viajeros de paso camino de Transilvania en busca del rastro de Vlad "el Empalador", el Conde Drácula de toda la vida, vamos.
Aquí podéis ver como es el ambiente en la Transfagarasan:
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Toda una hilera de puestos con productos típicos desde la salida del túnel hasta el comienzo de la bajada. |
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Manteca ahumada. |
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Carne ahumada y una especie de chorizos parecidos a la chistorra (pero bastante menos rico, la verdad) |
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Maíz hervido. |
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La mamaliga, polenta de maíz rellena de queso de cabra y su choricillo. Harta bastante y su sabor no es nada del otro mundo, pero había que probarlo ¿no?
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"Hot dog" estilo rumano. Me costó acabarlo y eso que tenía una hambre tremenda. |
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Esto es el lago Balea. Bastante chiquitín pero muy importante para los rumanos. |
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Una pareja de novios haciéndose un reportaje en el lago. |
Entre que comí y di el paseo, habría pasado una hora y media. Miré al cielo y lejos de mejorar, parecía que se avecinaba lluvia, no debía esperar mucho más si quería tirar alguna foto decente de la parte más famosa de la Transfagarasan. Ví un hueco entre nubes que me daría unos 15 minutos de luz decente antes de que se cerrase totalmente de gris. Me marché corriendo a la moto y preparé la cámara de video y cambié baterías a la de fotos, he hecho 4500 km hasta aquí para hacer una foto, y no me marcharé sin ella.
Aquí está, para todos vosotros, la DN7C, mas conocida como Transfăgărășan:
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Pincha en la foto para verla en grande. |
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Un tipo feliz y satisfecho. ¿Qué será lo próximo? |
Justo después de sacarme esta última foto, comenzó a llover un poco, lo suficiente para que tuviese que despedirme de Rumanía y descender los montes Fagaras hacia Sibiu para encarar ruta hacia Hungría.
El viaje de regreso había comenzado, aunque tenía tantas cosas que ver todavía que creo que, en realidad, será un continuo viaje de ida que acabará en el punto de partida.
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Afrikona dice adiós a la Transfagarasan. |
Afrikona también sonreía al llevar sobre su lomo a un tipo feliz, satisfecha de cumplir con su destino.
Atravesamos varios pueblos de camino a Sibiu, en mejor estado que los pueblos del sur. Esto se debe probablemente a la afluencia de turismo por la zona, que deja su dinero en restaurantes y pequeños hoteles. También la carretera es mejor una vez sobrepasas Sibiu y te vas acercando hacia Arad, ciudad fronteriza con Hungría y punto final de la ruta de hoy.
Sería una jornada dura y larga, pero la motivación de haber logrado mi primer objetivo del viaje dio alas a Afrikona y paciencia a su jinete. Mucha paciencia se necesita para soportar (de nuevo) la marabunta de camiones que encontré a lo largo del día. Paré a descansar en la que seguramente sea la mejor estación de servicio que he visto en mi vida. Y estaba en Rumania, para que luego digan. Duchas, restaurante, un amplio surtido de artículos para comprar, una decoración luminosa y agradable, mesas de madera y lo mejor, una atención excelente. Una vez más fui tratado de maravilla en este país. Tan a gusto estaba que me quedé una hora para secarme un poco y cenar.
Y menos mal que descansé algo porque al caer la noche, lo que era una carretera agradable y bien asfaltada se convirtió en un infierno oscuro debido a la falta de alumbrado y al exceso de tráfico de camiones. Sé que soy un pesado con el tema de los camiones, pero es que no he visto nada igual. Debido a la deficiente iluminacion de las carreteras rumanas, los camiones van equipados con luces auxiliares super potentes, incluso alguno lleva luces rotatorias del tipo sirenas de policia. Imaginaros venir de frente a un bicho de estos, en la mas completa oscuridad, bajo la lluvia, y sin saber donde leches está la cuneta ni la linea divisioria de la calzada. Y eso que Afrikona tiene doble faro con las mejores bombillas del mercado, pues nada. Conduje casi a ciegas.
Hubo momentos que no pasé de 50 km/h porque no sabía por donde iba, la única alternativa era dejarme adelantar por algún coche y ponerme a su rebufo, pero solo aguantaba unos minutos a esa velocidad, el cansancio y el constante deslumbramiento al que me veía sometido impedía que pudiese llevar un ritmo regular. Decidí parar en el primer motel que encontrase, así no podía seguir.
No había muchos moteles y todos estaban completos, a rebosar de camioneros. Quizá era demasiado tarde. Solo me quedaba una opción. Continuar y llegar a Arad como fuese, aunque tuviese que hacerlo a diez por hora. Y casi, casi.
Llegué a Arad a medianoche extenuado. Hubo momentos que me pareció que no conseguiría llegar pero lo logré. Ahora sí, nunca más quiero volver a repetir algo así.
Dí una pequeña vuelta por el centro para buscar hotel pero me llamó la atención un pequeño pero moderno hotel que había visto antes cuando entraba en la ciudad. Como total no iba a pasear por Arad (bonita ciudad, por cierto), me daba igual que estuviese un poco más apartado.
En apenas 10 minutos estaba de nuevo en las afueras. Consulté si tenían habitación libre y efectivamente la tenían. Lo que no tenían era parking, pero se ofrecieron a que la dejase en la misma puerta del hotel, a la vista de la recepción y vigilada por cámaras. El recepcionista, me tranquilizó asegurándome que era una zona tranquila y que estaría vigilada en todo momento. Ni siquiera desmonté las maletas, cogí simplemente la bolsa con la ropa y mi neceser y allí dejé a Afrikona con todo montado.
El hotel Maxím es un hotel pensado para viajantes y hombres de negocios, tiene todo tipo de facilidades y las habitaciones espaciosas e incluso diría, lujosas. El baño tiene hidromasaje, que se agradece lo que no os podéis ni imaginar despues de un día de estos. Creo recordar que no superó los 35 euros con el desayuno incluído. Muy recomendable.
Cené lo que poco que me quedaba de mi "kit de supervivencia", me dí una ducha larga, larga, larga en el hidromasaje y caí como un tronco sobre la cama de mi magnífica habitación. Otro día de moto agotador. Otro día de vida maravilloso.
RUTA DEL DÍA
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Distancia: 489 km. --- Vel media: 56 km/h --- Vel max.: 133 km/h |
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